¡Para que crean que Tú me enviaste! Pastora Carmen Barrantes
Versículo Clave: San Juan 11: 41-42, Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste». NTV
Aplicación: Es muy bien visto a los ojos de Dios que podamos creer en Él sin ver, así se lo dice Jesús a Tomás en Juan 20:29, “Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen”. Sin embargo, Dios sabe la lucha del ser humano para poder creer en Él.
El ser humano percibe y aprende las cosas por medio del cuerpo. A través del cuerpo captamos las sensaciones (frío, calor, por ejemplo), percibimos el mundo a través de nuestros sentidos y nuestra mente se construye en lo que el cuerpo es capaz de asimilar a través de las sensaciones. El alma capta los sentimientos y emociones eso nos enseña que hay algo más que lo que vemos, y la mente le busca una explicación a eso; el amor, el odio o la alegría se sienten, pero no se ven; nuestro mundo mental se construye con lo que percibimos por nuestros sentidos y por las emociones o sentimientos. Así que creer en Dios es difícil para el ser humano, no se entiende, no se asimila, no se ve, no estamos hechos en nuestra naturaleza caída para eso.
No siempre fue así, en el huerto del Edén nuestros primeros padres eran gobernados por el espíritu (esa parte que todo ser humano tiene que es lo que nos hace semejantes a nuestro Creador). El Espíritu de Dios se conectaba al espíritu del ser humano para darse a conocer, conversaban y caminaban juntos. Debido al pecado esa comunión se destruyó y quedó gobernando el alma y el cuerpo, por eso nuestra naturaleza caída no puede entender lo que es del espíritu, como dice I Corintios 2:14, “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente” NVI.
Jesús conociendo nuestra debilidad para creer y tener fe en lo que Dios es capaz de hacer, el ora en alta voz, Padre gracias por haberme oído, Tú siempre me escuchas, pero estoy alzando la voz para que ellos crean que Tú me enviaste. El mayor interés de Jesús no era hacerse famoso por los milagros (aunque eso ayudaba a la gente a creer en Dios), su mayor deseo era que las personas creyeran que Él era el hijo de Dios, ya que de nada serviría que fueran tras Él por los milagros, sino que creyeran que el Hijo de Dios tenía el poder de sanar, perdonar y de limpiar los pecados de la humanidad, que Él era el Hijo de Dios, el salvador del mundo.
Conclusión: Los milagros existen para que la gente crea que hay un Dios y se acerquen a Él, sin embargo, el mayor milagro de todos es que creamos que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador, el que quita los pecados del mundo.
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