Sin mirar atrás - Pastor José Pablo Delgado Ramírez
“Cuando quedaron a salvo fuera de la ciudad, uno de los ángeles ordenó: —¡Corran y salven sus vidas! ¡No miren hacia atrás ni se detengan en ningún lugar del valle! ¡Escapen a las montañas, o serán destruidos!”
Génesis 19:17 NTV
Dios siempre nos ha demandado obediencia, que acatemos lo que Él nos pide, pero no para ganar, sino para que nosotros ganemos en Él. El mandato en este pasaje es sencillo, no miren atrás, vayan hacia adelante, déjenlo todo porque he tenido misericordia de ustedes y les estoy salvando la vida. Pareciera una tarea muy simple de cumplir, cualquiera pudo haberlo hecho sin mayor problema…, eso podríamos pensar.
El versículo 26 de este pasaje nos dice “pero la esposa de Lot miró hacia atrás mientras lo seguía y quedó convertida en una estatua de sal.” Que hubiera sido de nosotros estando en los zapatos de la esposa de Lot o de su familia, acaso no pensaríamos en mirar atrás para saber que está pasando, pasaría por nuestra mente lo mucho que nos habría costado todo lo que dejamos atrás, acaso no buscaríamos la manera de salvar nuestras pertenencias o acaso no pensaríamos si tal vez hubiera algo que rescatar después de la destrucción. Es muy difícil perder cosas, relaciones, posiciones y todo aquello que pensamos que tiene un valor para nosotros y Dios lo sabe, sin embargo, Él desea de nosotros que no miremos atrás y tengamos una clara conciencia de que “las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5. La esposa de Lot pecó por desobedecer y así nosotros en ocasiones podemos estar haciendo lo mismo, pecando y/o retardando el propósito de Dios en nosotros, no solo por el hecho de no obedecer, sino también porque nuestro corazón se queda pegado en las cosas que no queremos soltar, en vivir de los recuerdos del pasado y cuando vamos por el nuevo camino y la nueva promesa de Dios, echamos una mirada atrás.
Motivo de oración: Unámonos en oración dejando el pasado atrás, haciendo campo para las cosas nuevas que vienen a nuestra vida; viviendo cada día dentro de la voluntad de Dios, creciendo en fe y conduciéndonos con la certeza de que lo que Dios tiene por delante tiene un propósito mayor al de las cosas que un día vivimos y que hoy debemos dejar atrás.
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